¿Qué significa saludar? es el título de un artículo publicado en el Primer Coloquio de la revista EDICE, en el que se realiza una breve panorámica de la evolución del saludo desde sus orígenes hasta la actualidad.
Los autores exponen dos hipótesis acerca del origen del saludo. La primera consiste en considerarlo como consecuencia del temor de los hombres a ser agredidos (los hombres se daban las manos para asegurarse que no portaban armas con las que pudieran causarse daño). La segunda hipótesis es la del nacimiento del saludo como un acto de sumisión.
Defienden que el saludo oculta unas marcas de poder fundadas en el contexto histórico y unas relaciones comunicativas expresadas mediante gestos y emisiones lingüísticas. Consideran que el acto de saludar implica la aceptación implícita de unas relaciones de poder basadas en el rol social que juegan los actores, a partir del cual se establecen relaciones de dominio. Así definen el saludo como un acto de habla con el que se expresa el interés y el afecto del hablante por su interlocutor. Se trata, por tanto, de un ritual de aproximación con el que se fomenta una relación entre los participantes y se contextualizan y definen sus actitudes. Además sirve para establecer el comienzo de una conversación y materializar los vínculos sociales y afectivos entres los interlocutores.
Identifican tres aspectos precisos en el saludo: cortesía, sinceridad y reconocimiento. Además señalan cuatro relaciones que median estas determinaciones: convención social, intencionalidad, compromiso e identificación. A partir de estos elementos, los autores plantean una tipología del saludo, distinguiendo entre sincero y no sincero. El saludo sincero no persigue ningún fin distinto al de producir un encuentro con otro y/o evaluar una relación ya existente. Los saludos no sinceros son interpretados como el “obedecimiento” a la convención social y a los compromisos creados en la interacción. En oposición al saludo sincero, el lenguaje se emplea de modo protocolario y estratégico. Dentro de este tipo de saludo se distingue entre el saludo estratégico y el protocolario.
Los autores exponen dos hipótesis acerca del origen del saludo. La primera consiste en considerarlo como consecuencia del temor de los hombres a ser agredidos (los hombres se daban las manos para asegurarse que no portaban armas con las que pudieran causarse daño). La segunda hipótesis es la del nacimiento del saludo como un acto de sumisión.
Defienden que el saludo oculta unas marcas de poder fundadas en el contexto histórico y unas relaciones comunicativas expresadas mediante gestos y emisiones lingüísticas. Consideran que el acto de saludar implica la aceptación implícita de unas relaciones de poder basadas en el rol social que juegan los actores, a partir del cual se establecen relaciones de dominio. Así definen el saludo como un acto de habla con el que se expresa el interés y el afecto del hablante por su interlocutor. Se trata, por tanto, de un ritual de aproximación con el que se fomenta una relación entre los participantes y se contextualizan y definen sus actitudes. Además sirve para establecer el comienzo de una conversación y materializar los vínculos sociales y afectivos entres los interlocutores.
Identifican tres aspectos precisos en el saludo: cortesía, sinceridad y reconocimiento. Además señalan cuatro relaciones que median estas determinaciones: convención social, intencionalidad, compromiso e identificación. A partir de estos elementos, los autores plantean una tipología del saludo, distinguiendo entre sincero y no sincero. El saludo sincero no persigue ningún fin distinto al de producir un encuentro con otro y/o evaluar una relación ya existente. Los saludos no sinceros son interpretados como el “obedecimiento” a la convención social y a los compromisos creados en la interacción. En oposición al saludo sincero, el lenguaje se emplea de modo protocolario y estratégico. Dentro de este tipo de saludo se distingue entre el saludo estratégico y el protocolario.