La muerte de las lenguas

Las diferencias en la manera en que las lenguas usan la gramática es siempre reveladora, especialmente aquéllas que contribuyen a desmitificar el mito del primitivismo de las lenguas indígenas. Hay muchas lenguas que proporcionan formas de expresar un área de la experiencia que realmente ofrece más puntos de contrastividad que los que están disponibles en lenguas como el inglés o el francés. Los hablantes de estas lenguas podemos incluso sentir la ausencia de esos contrastes cuando consideramos necesario añadir palabras adicionales para explicarnos, o cuando nos vemos en el riesgo de ser ambiguos al hablar.
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El argumento clave con respecto al tema que nos ocupa en este libro es el de la importancia de ser conscientes del desafío que representa cada lengua para nuestra forma de pensar.
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En seguida se nos ocurre otro pavoroso pensamiento: ¿qué otros descubrimientos no haremos nunca porque las lenguas que los hacen posibles morirán antes de que tengamos la oportunidad de registrarlas?
El léxico es el tercero campo de demostración cuando se trata de probar qué clase de descubrimientos se pueden derivar de los estudios lingüísticos comparativos. Aquí la mayor parte de los ejemplos funcionan a partir de la comparación entre las palabras que una lengua pone a disposición de un hablante sobre un campo particular de su experiencia. Se supone que el hecho de que una lengua posea una palabra para indicar una determinada entidad (en lugar de algún tipo de circunloquio) dice algo sobre el lugar de esa entidad dentro de la cultura. Se considera que que las distinciones codificadas en palabras representan percepciones y necesidades culturales importantes.

(Fragmento de La muerte de las lenguas, de David Crystal).