El lenguaje como cultura

La mayor parte de la comunicación oral adopta la forma de conversación colectiva. Sólo algunas veces habría diálogo y raramente monólogo. La conversación multilateral cotidiana no suele tratarse de intervenciones sucesivas en las que el turno va pasando más o menos ordenadamente de uno a otro. Este tipo de proceso interactivo conversacional ordenado existe en muchas comunidades, pero es más bien una cuestión de buenas maneras sociales y de cortesía que se comunicación en sí. Así, la conversación habitual no está formada por una serie de monólogos sucesivos, sino que hay una mezcla constante de intervenciones. Resulta imposible resumir el tema de una conversación sin hacer referencia a lo que han ido aportando los diversos locutores. El significado del conjunto de la interacción, por tanto, se construye conjuntamente.
Si nos fijamos en las conversaciones que suelen servir de base para los estudios sobre la conversación o el discurso oral vemos que se prefieren situaciones un tanto anómalas, es decir, conversaciones que son controladas (conversaciones telefónicas, diálogos entre un experimentador y un hablante…). Hay que tener en cuenta también el valor de la conversación. La conversación no funciona igual en todas las culturas y hay cosas sobre ella que no sabemos.
Debemos ver el lenguaje como una actividad esencialmente socializante en su origen que muy poco a poco se ha ido subdividiendo en procesos individuales (usos monológicos) hasta llegar a las lenguas escritas, en las cuales es posible ver el lenguaje con independencia de la interacción, es decir, como producto de una acción individual.
El lenguaje tal como solemos estudiarlo prioritariamente, como forma monológica autoritaria, es algo que en muchas culturas no existe. En cambio, lo que solemos tratar como secundario, la conversación libre colectiva, es el caso real, cotidiano, fundamental, de manifestación del lenguaje. Muchos lingüistas han resaltado una y otra vez el carácter primario de la oralidad, pero hasta hace muy poco se ha trabajado exclusivamente con la lengua escrita, mientras que el lenguaje va más allá.
(Resumen de El lenguaje como cultura, de Enrique Bernárdez, 2008 [pp. 144 a 157]).